A nadie le interesa, lo que pase por tu cabeza llena de asperezas; inconsiste y absurda, como una tarde de lluvia helada, en una casa totalmente desolada... Te llenaría de placer, saber que fantaseo con lo más inhóspito de tu libido. O, quizás, sea mucho más placentero darte un sorbo de mí esencia en pleno gozo, en medio de tu estallido. Dejame acariciarte, déjame acariciarme gemirte al oído desenfrenadamente, es tu satisfacción la musa de mi esplendor tus labios llenos de pasión, un pequeño augurio de desesperación... Deseas, deseo, anhelas, anhelo, te quiero en mí hoy y para siempre... sólo porque me excita tu paciente ardor de sexo descontrolado...
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