Me contento con esa ventana,
contemplarla durante momentos
que maduran en pequeños gajos de eternidad.
Perderse entre los verdes del afuera
y una atípica intensidad
en sus destellos.
sedosos y casi apetecibles;
se torna en océanos
mi confusa visión.
Me perdí nuevamente
en la eternidad
de un simple instante
y, puedo asegurar que,
es como nadar en una ciénaga
de putrefacta satisfacción.
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