Me ahoga de ser tan represiva.
Hablar y que no te escuchen, soñar y no recordarlo, pensar y no sentir.
No soy obsoleta, no soy un adorno. Aquellos que deberían ver esto no lo harán y eso hace que me sienta aún más frágil e impotente. Me canso de escuchar mis propios pensamientos, me canso, me canso, me canso, me canso. Basta. Y los golpes, los ruidos cada gesto que hacen me da miedo...por ellos, por ella puntualmente. Mi reacción nunca es la misma y me es cada vez más difícil controlarla. Acabaría con mis problemas a cuchillazos fríos que por un instante serían el éxtasis que justifique cualquier acto pero no viviría lo suficiente como para sostener mi arrepentimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario