Hay sentimientos que deshonrrosamente no encajan. Forzar lo inevitable sólo tuerce fragilidades, recayendo en la obviedad de la insatisfacción. Lucho constamente por reubicar ese valor tan desprestigiado, tan humildemente silencioso; explorar cada rincón de su exquisito beneficio es el pilar de mis motivaciones y sus derivaciones.
Hoy, los ruidos son grises y el llanto inerte de mi alma se sofoca indiferente. El hartazgo crónico de la frustración o la frustración crónica del hartazgo. Me desangro frente a sus ojos y sólo escucho relatos de lo más cotidianos. Ahuyentando vestigios de realidad sólo consigo vagar entre la nada absoluta y mis pensamientos alborotados. Cada día es peor y cada instante acrecenta mi afásico adicto malestar.
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